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28 de abril de 2010

Las Partículas Elementales - Michel Houellebecq

Las Partículas Elementales, de Michel Houellebecq.
Realizar una crítica a una obra de Michel Houellebecq sin antes explicar quién es Michel Houellebecq sería desperdiciar la oportunidad de hablar de una de las personalidades más controvertidas de la literatura contemporánea mundial. Este poeta, novelista y ensayista francés, nacido en 1958, sacudió al mundo literario con su narrativa crítica, provocativa y ácida. Desde varios sectores conservadores –y no tanto- se lo ha acusado de misógino, reaccionario y hasta le han realizado un juicio por injuria racial e incitación al odio religioso por considerar al Islam como “la religión más idiota del mundo”; de más está decir que fue absuelto de todos los cargos. Estamos entonces ante un provocador.
Si me detengo sobre la personalidad del autor no es para contraponerlo a su obra, sino todo lo contrario: para justificarla. ¿Qué es lo que molesta tanto de Houellebecq? La verdad, a veces, duele. Y Houellebecq no solo dice verdades que incomodan a muchos, sino que también lo dice de la forma más políticamente incorrecta posible. ¿Cuál es el resultado de todo esto? Un escritor que, con olfato sociológico, ha sabido interpretar mejor que nadie los sinsabores de la modernidad para canalizarlos a través de una crítica desalmada; un gancho al mentón de una literatura occidental somnolienta.
En este sentido, en Las Partículas Elementales (1998) Houellebecq dirige su mirada hacia los hijos bastardos de la generación francesa, y occidental en general, del ’68; la generación del llamado Mayo Francés. A través de la historia de dos hermanastros, hijos de dicha generación, el autor, ayudado por el implacable peso de la realidad, se dedica a demoler y desmentir todos aquellos valores nacidos en los sesenta y que con la consolidación ideológica del capitalismo fueron pervirtiéndose hasta terminar siendo caricaturas de sí misma.
Es preciso aclarar el lugar de privilegio que en las obras de Houellebecq tiene la sexualidad. Y cuando decimos esto queremos significar sexualidad en el sentido más humano y sincero posible, rozando lo pornográfico. En Las Partículas Elementales, por ejemplo, los personajes son dos hermanastros. Uno de ellos es un científico con un comportamiento prácticamente asexual. El otro, profesor de literatura, está obsesionado por el sexo. Ambos pueden representar fragmentos de la personalidad de Houellebecq, que por otra parte también fue, como los personajes, abandonado por una madre hippie que se fue a vivir la revolución sexual en experiencias comunales. Sobre estos desangelados pondrá su ojo crítico el gran Houellebecq, además de cuestionarse sobre la juventud, el envejecimiento y la dificultad de lograr una relación significativa en una sociedad rodeada de valores culturales que nos llevan precisamente hacia otro lado, los touch and go y los fuck buddies.
En conclusión: si no leíste nunca a Houellebecq te estás perdiendo de uno de los mejores escritores contemporáneos, y Las Partículas Elementales (su segunda novela) es un buen lugar para empezar. Sin embargo, su última novela La Posibilidad de una Isla (2005) está a años luz. Pero eso será material para otra crítica…
En los comentarios voy a dejar fragmentos, para ejemplificar algunas cosas que digo en esta reseña y para que conozcan mejor la narrativa del autor.

3 comentarios:

  1. Cuando digo que Houellebecq es un escritor con "olfato sociológico" me refiero a cosas como esta:

    Pág. 26 a 27:
    El relato de una vida humana puede ser tan largo o tan breve como uno quiera. Naturalmente se recomienda, por su extrema brevedad, la opción metafísica o trágica, que se limita al fin y al cabo a las fechas de nacimiento y muerte grabadas clásicamente en una lápida. En el caso de Martin Ceccaldi, parece oportuno invocar una dimensión histórica y social, poniendo el acento no tanto en las características personales del individuo como en la evolución de la sociedad de la cual es el elemento sintomático. Arrastrados por la evolución histórica de su época y, a la vez, habiendo decidido formar parte de ella, los individuos sintomáticos llevan, por lo general, una vida simple y feliz; el relato clásico de sus vidas puede ocupar una o dos páginas. Janine Ceccaldi, por su parte, pertenecía a la desalentadora categoría de los "precursores". Muy bien adaptados, por una parte, al modo de vida mayoritario de su época, intentando a la vez sobrepasarlo “por arriba” a base de preconizar nuevos comportamientos o de popularizar comportamientos todavía poco practicados, los "precursores" necesitan, por lo general, una descripción algo más larga, puesto que su recorrido suele ser más atormentado y confuso. Empero sólo tienen un papel de acelerador histórico -normalmente, acelerador de una descomposición histórica- y nunca pueden imprimir una nueva dirección a los acontecimientos; ese papel está reservado a los "revolucionarios" o "profetas".

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  2. Aquí también:

    Capítulo 10
    -Siempre me ha sorprendido –empezó sin sentarse siquiera- la extraordinaria precisión de las predicciones que hizo Huxley en Un Mundo Feliz. Es alucinante pensar que ese libro fue escrito en 1932. Desde entonces, la sociedad occidental no ha hecho otra cosa que acercarse a ese modelo. Un control cada vez más exacto de la procreación, que cualquier día acabará estando completamente disociada del sexo, mientras que la reproducción de la especie humana tendrá lugar en un laboratorio, en condiciones de seguridad y fiabilidad genética totales. Por lo tanto, desaparecerán las relaciones familiares, las nociones de paternidad y de filiación. Gracias a los avances farmacéuticos, se eliminarán las diferencias entre las distintas edades de la vida. En el mundo que describió Huxley, los hombres de sesenta años tienen el mismo aspecto físico, los mismos deseos, y llevan a cabo las mismas actividades que los hombres de veinte años. Después, cuando ya no es posible luchar contra el envejecimiento, uno desaparece gracias a una eutanasia libremente consentida; con mucha discreción, muy deprisa, sin dramas. La sociedad que describe Brave New World es una sociedad feliz, de la que han desaparecido la tragedia y los sentimientos violentos. Hay total libertad sexual, no hay ningún obstáculo para la alegría y el placer. Quedan algunos breves momentos de depresión, de tristeza y de duda; pero se pueden tratar fácilmente con ayuda de fármacos; la química de los antidepresivos y de los ansiolíticos ha hecho considerables progresos. “Un centímetro cúbico cura diez sentimientos”. Es exactamente el mundo al que aspiramos actualmente, el mundo en el cual desearíamos vivir.
    Sé muy bien –continuó Bruno haciendo un gesto con la mano como para barrer una objeción que Michel no había hecho- que el universo de Huxley se suele describir como una pesadilla totalitaria, que se intenta hacer pasar ese libro por una denuncia virulenta; pura y simple hipocresía. En todos los aspectos, control genético, libertad sexual, lucha contra el envejecimiento, cultura del ocio, Brave New World es para nosotros un paraíso, es exactamente el mundo que estamos intentando alcanzar, hasta ahora sin éxito.

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  3. Esto lo dice un personaje mujer:

    "Los hombres que envejecen solos son mucho menos dignos de compasión que las mujeres en la misma situación. Ellos beben vino malo, se quedan dormidos, les apesta el aliento; se despiertan y empiezan otra vez; y se mueren bastante deprisa. Las mujeres toman calmantes, hacen yoga, van a ver a un psicólogo; viven muchos años y sufren mucho. Tienen el cuerpo débil y estropeado; lo saben y sufren por ello. Pero siguen adelante, porque no logran renunciar a ser amadas. Sin víctimas de esta ilusión hasta el final. A partir de cierta edad, una mujer siempre tiene la posibilidad de frotarse contra una polla; pero ya no tiene la menor posibilidad de ser amada. Los hombres son así, eso es todo".

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