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13 de mayo de 2010

Gomorra (2006)


Gomorra (2006)
Crítica de "Gomorra, un viaje al imperio económico y al sueño de poder de la mafia napolitana" (2006), del periodista y novelista Roberto Saviano. Y "Gomorra" (2008), la película del director italiano Matteo Garrone.
La primera vez que vi Gomorra no me gustó. Había leído solo la sinopsis y pensé que se trataba de una película de mafiosos. Año y medio después, compré la novela y volví a ver la película. La novela me encantó. La película también, pero no tanto… Es decir, me gustó pero solo gracias a que en mi cabeza el texto que había leído me permitió contextualizar lo que estaba viendo en la pantalla. Eso no es un mero detalle; significa que la palabra está superando a la imagen y el sonido al momento de narrar ese turbio mundo.
Se trata, que yo recuerde, de una de las películas que más necesite la lectura previa de su obra originaria. Y esto es así por la laberíntica complejidad de ese inframundo que es la Camorra, la organización criminal-empresarial más grande del mundo que lleva adelante su reinado del mercado ilegal desde Nápoles, para todo el mundo y desde años inmemorables. En la odisea de adentrarse en la jungla de negociados entrelazados hasta la impenetrabilidad, la palabra sale airosa. La literatura, a bordo de la Vespa de un muchacho napolitano (el autor), recorre los distintos barrios de Nápoles describiendo y cuantificando no solo cuanto ve, sino también cuanto escucha, cuanto investiga. 

Roberto Saviano toma las herramientas del periodismo de investigación y presenta una obra en forma de reportaje periodístico pero con dimensiones de novela; dimensiones no solo en cantidad de páginas sino también en calidad literaria. Cuando de una realidad tan compleja se logra, mediante una obra, reconstruir tanto macro como micro estructura, estamos evidentemente ante el trabajo apasionado de toda una vida. Porque lo que Roberto Saviano cuenta en Gomorra no son solo algunas historias autobiográficas: cuenta, de la forma más fehaciente posible, qué significa vivir cercado, asfixiado, por la omnipresencia de la Camorra. 

El secreto de Saviano es dividir la esfera de criminalidad de cada familia que se propone describir en dos: el ala militar y el ala empresarial. A medida que avancemos en la lectura nos daremos cuenta de que es imposible decidir cual comportamiento de dichas esferas es más impactante. Quedaremos tapados bajo una avalancha de cifras, enredados en la descripción de la estructura de poder y conmovidos hasta el asco y el dolor por las historias de la gente.
En el film cobran vida la marginalidad y la violencia. La traslación de la novela al lenguaje cinematográfico se produce principalmente en la adaptación del guión, haciendo vivir a un mismo personaje de la película varias de las historias que en la novela encarnan personajes diversos. También los lugares geográficos pierden sus nombres y se vuelven indistintos, fundidos todos en las mismas imágenes. El gran punto a favor del director, además de ofrecer algunos símbolos que homenajean la novela, es que supo recrear ese tono de cruz en las espaldas que, por buenos o malos, atraviesa a todos los personajes. Pero, he aquí el problema: si bien retrata una vida descolorida y lenta, como obra no tiene porqué ser descolorida y lenta. La novela no lo es.

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